«Fuera de carta»: una trampa mortal

pescado a la brasa

Aún no ha pasado un año desde que el tuit de un turista mosqueado tras recibir su factura por un total de 337,35 € en el restaurante ‘Juan y Andrea’ de  Formentera se hiciera viral. Ignacio Villalgordo, que es como se llamaba este turista, había comido en dicho restaurante con su mujer, y fotografió su cuenta, acompañada del comentario “tourist trap” (trampa para turistas) al considerar un exceso el precio pagado, fundamentalmente por el pescado.

TUIT FORMENTERA

No es mi objetivo avivar la polémica sobre aquella factura, sino plantear una solución de muy sencilla implementación para evitar estos disgustos a todas las partes implicadas, sobre todo a los que han de echar mano a la cartera. Y es que………¿qué es eso de “fuera de carta tenemos…”?

El “fuera de carta” y el s/m (según mercado)

El “fuera de carta” es una costumbre muy extendida entre restaurantes y chiringuitos. Como su propio nombre indica, es la oferta de aquellos platos, o productos que no están recogidos en la oferta habitual, carta o menú, y que son sugeridos por el maitre de forma verbal. Es precisamente esta forma de presentación la que viene a ser una verdadera trampa para la clientela, dado que se sugiere el producto pero no se “canta” el precio. La incertidumbre es total, y solo se desvela cuando llega la factura, como a la pareja sorprendida del “Juan y Andrea”.

Idénticas consecuencias tiene el s/m, esto es, según mercado…. Y es que claro, el mercado hace oscilar los precios de los diversos productos cada día. Así, un restaurante que en su carta habitual incluya el besugo, tendrá a bien no reflejar un precio fijo por dicho plato, sujeto a la variación del precio de mercado. Pero… ¿tanto cuesta imprimir cada día una cuartilla con los “fuera de carta” y los s/m de manera que pueda incorporarse al menú cuando se le entrega a la clientela para que elija su comanda?

La respuesta es tan evidente que sobra… Es fácil, es barato, apenas lleva tiempo y es lo que se llama orientarse al cliente, que parece ser una expresión muy extendida pero nada interiorizada. Es más, incluso en esta era en la que la tecnología lo impregna todo y cada vez hay una mayor presencia de tablets para mostrar los platos, ni siquiera habría necesidad de imprimir nada……

Pues eso, os deseo feliz verano, que sea un verano slow, con alma, para disfrutar todo lo que nos apetezca, y sin trampas…

Un placer,

Pilar

Pd: Carlos, este post te lo dedico a ti.

¿Cenamos en la cama?…..Marketing de experiencias gastronómicas….

supperclub

Cada vez son más las propuestas gastronómicas innovadoras, donde el menú es tan solo una pequeña parte de la vivencia que busca el cliente. La vanguardia culinaria, o por el contrario, la sencillez de una preparación gastronómica protagonizada por productos de excelentísima calidad, el servicio, la atención, el ambiente y la decoración son algunos de los aspectos que contribuyen a diferenciar las propuestas, y que pueden resultar clave para decantarse por uno u otro lugar.

Sin embargo, en un mundo de consumidores sofisticados, el marketing de experiencias se erige como nuevo escalón de interacción y relación con la clientela de carácter emocional. Los clientes quieren más: quieren vivir algo memorable e inesperado, quieren disfrutar y esperan expectantes la sorpresa. De este modo, productos y servicios dejan de tener protagonismo a favor de las experiencias.

El marketing experiencial ha llegado también al sector de la gastronomía, donde cada vez son más los restaurantes que mediante un hilo conductor introducen a sus comensales en diversos mundos. Hace ya años que La Castafiore, en Madrid, hace las delicias de sus clientes con camareros que además son cantantes que interpretan en vivo piezas de ópera y zarzuela: una delicia. Otros restaurantes ofrecen espectáculos de magia o de humor, o cuentan con la visita de personajes infantiles que cautivan a los niños, pero lo que nunca imaginé es lo que yo misma me encontraría en un restaurante de Amsterdam, origen de un fenómeno que se ha replicado ya en otras ciudades como San Francisco, los Angeles o Estambul: SupperClub.

Reconozco que iba sin sobre aviso, desconociendo absolutamente lo que iba a encontrar. y lo que disfruté fue de una experiencia que nunca olvidaré. Llegamos a la dirección del restaurante en cuestión; nada en la calle hacía previsible que allí hubiera uno….pero lo había. Tocamos un timbre, y se abrió automáticamente una puerta que daba acceso a unas empinadas escaleras, al final de las cuales nos esperaba una drag queen impresionante: rubia, de casi dos metros, con unas pestañas que casi ventilaban la pequeña estancia a modo de recibidor y desde la que no se podía ver nada más…

  • ¿Tienen reserva? ehhhhh, sí….
  • Uhmm, lo siento, pero no tenemos camas… (mi acompañante y yo perplejos, pensando que no estábamos entendiendo bien lo que nos estaba diciendo, dado que hablábamos en inglés)
  • Disculpe, ¿cómo que no hay camas? nosotros venimos a cenar…..
  • Ya….eso les digo, que ya no tengo camas, sólo puedo ofrecerles una pequeña mesita y deben entrar ya, porque la cena comienza ahora. La mesa también está muy bien, pero como a lo largo de la cena se van a suceder diversas performances, es probable que les tengamos que mover varias veces de sitio….
  • Oiga, pero no estoy muy segura de que estemos entendiéndonos…¿esto no es un restaurante?
  • Claro…..¿ustedes quieren pasar realmente un buen rato cenando?

Y entramos……increíble…..fue como entrar de repente en un plató de televisión. Una estancia bastante grande a cuyos lados había toda una sucesión de camas distribuidas en dos pisos, con personas que iban a comenzar a cenar, todas con una especie de bandeja con mini patitas a modo de mesa. En medio del gran salón varios disc jockey pinchando música.

El menú único con posibilidad de integrarlo por 4 o por 5 platos….La cena, estupenda, pero fue lo de menos… la sucesión de performances (lo que nos obligó a trasladar de sitio nuestra mesita en varias ocasiones), los masajes que dos masajistas repartían entre los comensales que así lo requerían, los propios camareros, cada uno un personaje que merecería un post, suspendidos en las alturas para servir las mesas situadas en las camas del piso superior…todo era una sucesión de acontecimientos y sorpresas… Acabado el momento cena, el espacio mutó a lugar de encuentro para bailar, disfrutar de la música y tomar una copa…

Con la misma filosofía de generar experiencias, pero con una puesta en escena radicalmente diferente, cabe citar otro restaurante: Andrés Carne de Res. Se trata de un restaurante colombiano, o como ellos mismos dicen “locombiano” imagino que por su punto de locura, ubicado en Chía a 30 minutos de Bogotá (Colombia). La decoración diferente y sobrecargada, con mezcla de estilos, imprime un sello característico a un lugar para disfrutar de una carne de excelente calidad (su menú consta de 32 páginas…) al tiempo que se suceden cosas. Su amplísimo staff es de lo más variopinto: desde personal caracterizado como si fuera una colección de muñecas de porcelana salidas de una película de Tim Barton, a equipos de bailarines y artistas que animan la velada, contando historias, y haciendo partícipes a los clientes de una gran fiesta. La creatividad es su seña de identidad y la columna vertebral de su atractivo, basado en la sorpresa, y cierta dosis de locura…

Andrés carne de res

En SupperClub he estado, en Andrés Carne de res, no, pero son varias personas muy cercanas que lo han disfrutado, por eso me atrevo a asegurar que ambos restaurantes, aunque esta denominación no recoge todo su concepto, son toda una experiencia….

Un placer,

Pilar

Nota: Mi sincero agradecimiento a Carlos Rojo por compartir su vivencia en Andrés Carne de res

Foto de SupperClub: Ed and Eddie  con licencia Creative Commons

Foto de Andrés Carne de Res: Stephen Downes en Flickr con licencia Creative Commons